Cuando hablamos de Transformación Digital apenas podemos hacernos una idea de cómo era el mundo antes de que este término llegara a nuestras vidas. Es como lanzar una mirada al pasado y ver una película en blanco y negro. La evolución del cine mudo al sonoro. Dejar a un lado a los caballos o las diligencias para admirar, con curiosidad el primer vehículo a motor y la llegada del ferrocarril. Y así sucesivamente hasta llegar a nuestros días.

En el segmento empresarial el salto no ha sido menor. Hablar de Transformación Digital a aquellos trabajadores que acudían a las fábricas en las primeras décadas del siglo XX habría sido como la impresión que debió causarles, tiempo después, la llegada del hombre a la luna.

La Trasnformación Digital parte de la constante transformación

Sin embargo, no se dieron cuenta, ni tal vez nosotros tampoco, de la evolución que la sociedad “sufre” cada día. El hombre, desde los primeros tiempos, ha vivido en una constante transformación para adaptarse a un mundo que le exigía unos mínimos para sobrevivir. La adaptación natural fue dándose a través de los siglos, sin pensar en qué estaba sucediendo.

Hoy esa adaptación podríamos verla en una secuencia de imágenes superpuestas unas sobre otras. La evolución desde el hombre prehistórico hasta este instante en el que nos encontramos puede pasar rápidamente a través de nuestros ojos y grabarse en nuestra retina. En tan solo unos segundos seremos capaces de darnos cuenta del momento histórico en el que nos encontramos.

Algunas personas tuvieron mentes privilegiadas y supieron predecir lo que iba a ocurrir. ¿Quién no ha leído libros sobre Julio Verne que se vieron traducidos, mucho tiempo después en una realidad? ¿O aquellas series que nos hablaban de coches que se conducían solos y en los que las máquinas hablaban?

Más que nombres para la Transformación Digital

Aquella inteligencia hoy se traduce en otra a la que llamamos artificial. Junto a ella el machine learning, el big data, la nube, dispositivos que nos solucionan la vida (o nos la complican más de lo que debería, si tenemos en cuenta que somos incapaces de desconectarnos de ellos durante un número ingente de horas al día). Y así sucesivamente.

Términos que hacen que nuestras empresas tengan la necesidad de incorporarlos en sus procesos de trabajo, porque sin ellos no seríamos una compañía del siglo XXI.

No, no podemos permitirnos mirar al pasado porque en este presente, minuto que pierdes, minuto que te desvinculas de un futuro en el que sí o sí tienes que estar.

Aquellos que sientan añoranza siempre podrán recurrir a sus recuerdos, pero tendrán que tener en cuenta que el futuro ya está aquí y no espera.

Entre las primeras imágenes que Lumière plasmó en su cinematógrafo aparecían unos obreros saliendo de una fábrica. Si viviera, tal vez habría llevado a cabo un documental sobre las consecuencias que la robotización va a tener en una industria a la que ya denominamos 4.0.

Probablemente a muchas empresas les cueste adaptarse a este cambio, pero deben pensar que, como en la era de la glaciación, solo sobrevivieron aquellos que supieron adaptarse. Esa debe de ser su transformación. Y hoy es indudablemente digital…